Emociones y sentimientos I

 

Cada día las emociones ganan más protagonismo en nuestra vida cotidiana. Podemos comprobar como distintos ámbitos de la sociedad -medios de comunicación, publicaciones o la investigación especializada- dan una especial relevancia a su conocimiento. Este nuevo énfasis se puede sustentar ahora en un estudio científico: la mejora en las técnicas de investigación hacen a las emociones abordables desde la ciencia, y no sólo ser un mero objeto especulativo. Así han pasado del rincón sentimental a los asépticos laboratorios, captando a los mejores investigadores; incluso aquellos que, después de años dedicados estrictamente al estudio de la cognición y la razón, ahora no pierden oportunidad de darle un toque emocional a sus nuevos trabajos. Las emociones están alcanzando un lugar principal en nuestra vida; y, seguramente, para quedarse por mucho tiempo.

Incrementar nuestra inteligencia emocional, conocer sus procesos o desvelar lo que ocultan nuestros propios sentimientos son nuevos recursos para enfrentarnos al mundo que nos aguarda ahí fuera. El desarrollo de la habilidad de reconocer nuestras emociones, hablar sobre ellas o  reflexionar sobre cómo se dispararan, incrementa nuestra capacidad de afrontar la vida cotidiana. En esta perspectiva, intentaremos aclarar  una de las tareas más complejas y discutidas: distinguir los conceptos emoción y sentimiento. En este artículo nos hemos decantado por una visión que, compartida por una parte de la investigación reciente, es capaz de clarificar este laberíntico campo, además de dar coherencia a muchos datos obtenidos.

Desde nuestro punto de vista, el concepto de emoción se refiere básicamente a las respuestas biológicas ante cierta estimulación: abarca procesos neurofisiológicos que conforman el sistema evolutivo de respuestas conductuales adaptativas- comportamientos de huida, defensa, temor… Se refieren por ejemplo a la variación del ritmo cardiaco, incremento de la sudoración, aumento tasas de adrenalina… Gran parte de este procesamiento ya viene incluido innatamente. No son respuestas simples ya que engloban información compleja de distintos sistemas cerebrales. Gran parte de este proceso se ejecuta en áreas profundas de nuestro cerebro inalcanzables a nuestro sistema de conciencia.

Los sentimientos representarían la toma de conciencia de las sensaciones generadas por las emociones. Serían la experiencias que nos tramite nuestro cuerpo en un momento dado; expresándolas tal como “siento miedo”,”estoy furioso”, dentro de las más simples, o las más complejas de “estoy enamorado”, “siento envidia”… Detrás de cada una de estas afirmaciones hemos percibido muchas sensaciones que emergen sin saber cómo, pero que nos hacen tomar conciencia de un estado determinado. Nuestros sentimientos son un efecto emocional, algo que surge de nuestro interior hasta alcanzar nuestra conciencia. Por esto los sentimientos por si solos no nos permiten desvelar nuestro mundo emocional: sentimos más de lo que comprendemos.

Esta dualidad emociones/sentimientos nos lleva a otra que se ha reavivado en las investigaciones de estos últimos años: conciencia/inconciencia. La relación entre ambas dualidades queda, a groso modo, así: las emociones, poderosas, surgiendo de procesos básicamente inconscientes y de alguna manera controlando  la conducta individual – ya que nuestros estados de rabia, alegría… son los que efectivamente van a timonear nuestra voluntad; quedando los sentimientos como una leve punta de iceberg de conciencia en una tarea de flexibilización y dar coherencia al comportamiento del sujeto: cuando nos damos cuenta de que estamos enfadados, airados… podemos dejarnos arrastrar por la tromba emocional, o intentar acomodar, controlar, siempre que sea posible, tales impulsos a como queremos actuar: con el propósito de  ajustar nuestra respuesta.

 

 

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