MARX REGRESA DE SU TUMBA II

Novecento

La relación de explotación del capitalismo se extiende a la misma producción del capital. Por capital se entienden las fábricas, las máquinas o cualquier bien que se utilice como medio para producir más bienes. Así, «el capital es trabajo almacenado, acumulado». Este trabajo almacenado o acumulado procedente de trabajadores anteriores se emplea para que se construyan nuevas empresas (o se emplee en especulaciones financieras) en beneficio de los capitalistas, quienes obtienen progresivamente mayores ganancias de cada vez menos trabajadores.

Como la necesidad de trabajadores disminuye a medida que avanza el capitalismo, aumentan los trabajadores que no tienen más opción que formar un ejército de reserva industrial. Que vive pobremente y sólo puede trabajar en momentos de auge o periodos de expansión económica. Como expresó Marx en términos poéticos, «el capital es trabajo muerto, semejante a un vampiro que sólo vive chupando trabajo vivo; cuanto más trabajo chupa, más vivo está».

revolucion_libertariaAsí pues, para Marx la clase y el conflicto de clases eran las fuerzas matrices de la historia. Existe una clase dominante que posee los medios de producción y explota a otras clases. Enfrentadas a tal explotación, esas otras clases creen que su interés es derrocar a la clase dominante y establecer un orden social más favorable a sus intereses cuando lo permita la progresión histórica de ese modo de producción. Como hemos visto, la burguesía derrocó a la clase dominante del feudalismo; en el capitalismo será el proletariado el que destituya a la clase dominante.

En parte, eso ocurrirá cuando el proletariado reconozca sus verdaderos intereses, pasando de ser una clase en sí que tiene sólo intereses objetivos en común, pero que aún no reconoce sus intereses comunes. Ahora bien, Marx pensaba que con la victoria del proletariado la lucha de clases se acabaría, porque veía al proletariado como la clase final en la historia de la lucha de clases, sin otra clase por debajo a la que explotar. Ésta es la razón por la que Marx creía que, con la llegada de un Estado de los trabajadores… el conflicto se acabaría allí.

 

Estratificación social y desigualdad

Harold R. Kerbo

MARX REGRESA DE SU TUMBA I

 

 

índiceLibres y esclavos, patricios y plebeyos, barones y siervos de la gleba; en una palabra, opresores y oprimidos, frente a frente siempre, empeñados en una lucha ininterrumpida, velada unas veces, y otras franca y abierta, en la lucha que conduce en cada etapa a la transformación revolucionaria de todo el régimen social o al exterminio de ambas clases beligerantes.

Para Marx la clave para entender las sociedades humanas eran «las condiciones materiales que determinaban su producción», es decir, el modo de producción. La clase y el conflicto de clases se inician con la propiedad privada de los medios de producción. En las sociedades feudales basadas en la tierra y en la producción agraria, las dos grandes clases son los señores y los siervos, o la aristocracia terrateniente y el campesinado. El señor era el propietario de la tierra (los medios de producción), mientras que el siervo o campesino sólo poseía su fuerza de trabajo.

En las sociedades capitalistas basadas en la producción industrial, las dos grandes clases son la burguesía (los propietarios de los medios de producción o capital) y el proletariado (la clase obrera)

Una vez explorada la definición general de clase de Marx, lo siguiente que debemos hacer es comprender lo que creía que era la fuerza motriz de la historia –es decir, que «toda la historia de la sociedad humana, hasta el día de hoy, es una historia de lucha de clases» o conflicto de clases-. La raíz del conflicto de clases está en los diferentes intereses de las clases.

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En las sociedades de clases -para Marx todas las sociedades que han existido son sociedades de clases…una clase posee o controla los medios de producción. Esta clase domina y controla los bienes producidos en esa sociedad para satisfacer sus propias necesidades. Hay explotación de una clase por otra.

A Marx le preocupaban principalmente las sociedades capitalistas y dedicó su atención a los detalles de esta relación de explotación entre las clases en estas sociedades. Propuso una teoría del valor-trabajo para explicar el valor de todos los bienes que producía una sociedad. Como escribió, «la magnitud del valor de un artículo es la cantidad de trabajo necesario o el tiempo de trabajo necesario para su producción»

Para Marx la naturaleza explotadora del capitalismo está en el hecho de que los capitalistas (los propietarios de los medios de producción o de las fábricas) pagan a los trabajadores sólo un salario de subsistencia, un salario por debajo del valor que los trabajadores producen en realidad. El resto es el plusvalor que se apropian los capitalistas para su propio beneficio; «el plusvalor añadido no es más que la diferencia entre el valor creado por el trabajador y el coste de su manutención».

 

 

Estratificación social y desigualdad

Harold R. Kerbo

 

TODO LO EFECTIVO OCURRE DESDE DENTRO

Según declaró el propio Ezkerra, en los primeros días del otoño de 1973, dos meses antes del atentado, fue convocado a una reunión en la cafetería del hotel Mindanao de Madrid con una persona a la que no conocía, y que se acercaría a él con una contraseña. «Fue una declaración espontánea, hablando del atentado de Carrero -explica el comisario Abad-. Nosotros ignorábamos ese hecho, por lo cual difícilmente podríamos haberle planteado la cuestión. La cita se la había dado la organización». Los agentes presentes en el interrogatorio recibieron con asombro la descripción que les dio Ezkerra sobre su interlocutor: «Era un hombre de unos treinta años, con el pelo moreno, echado para atrás. Vestía traje gris y corbata. Elegante. Parecía un funcionario del Estado, con rango de subsecretario, es decir, con cierta jerarquía. No llegaba a ser un ministro, pero tampoco un funcionario cualquiera». El comisario reconoce que la declaración cayó como una losa: «Fueron sus palabras. Nos causaron asombro y perplejidad. Podían provocar risa e incredulidad, pero ahí quedaron, aunque creo recordar que se sacaron también de las diligencias».

Según contó el terrorista, este «hombre de gris» les entregó un sobre cerrado. Cuando lo abrió, se encontró con la dirección de una casa: Claudio Coello, 104, semisótano, con la dirección del dueño y la indicación de que estaba en venta. A mediados de noviembre, los miembros del comando compraron el inmueble. Desde allí abrieron el túnel. Desde allí colocaron la carga explosiva. Desde allí volaron a Carrero, su chófer y su escolta.

Puede que el etarra mintiera para desviar la atención de los agentes. ¿Por qué? O que el comisario tenga mala memoria, o que quizá mezcle fechas y datos, pero ninguno de los dos tiene motivos para hacerlo. Si esta información es cierta, como así parece, anularía otro de los «golpes de suerte» que supuestamente acompañaron a los etarras, quizás el más importante de todos: el de que los miembros del comando encontraron por azar o por su constancia oteando carteles y anuncios un piso justo en el lugar idóneo y con las características que necesitaban.
Por el contrario, alguien «con rango de subsecretario», un confidente “que no llegaba a ser ministro, pero tampoco un funcionario cualquiera», les ahorró el trabajo y tuvo la osadía de, dos meses antes del atentado, servirles en bandeja el local desde donde culminar sus planes.

«Aquella información no era investigable. Se hizo una tímida gestión, pero transcurridos dos años ya era imposible. Allí, en la Brigada, se hacían apuestas sobre quién podía ser el hombre del traje gris. Salieron a relucir muchos nombres, pero evidentemente no eran más que conjeturas», reconoce Abad. «Cuando cerramos las diligencias de las detenciones, el jefe superior Quintero volvió a reunimos en el despacho de la brigada: «Señores, nada de lo que se ha dicho en los interrogatorios puede salir de estos despachos. Estoy dispuesto a cargarme a quien sea»». Secreto de Estado.

 

Todos quieren matar a Carrero

Ernesto Villar

UN PASO MÁS DEL PSOE EN EL CAMINO DE LA INFAMIA

INDULTADO EL «NÚMERO DOS» DE BOTÍN

El Gobierno conmuta una condena contra Alfredo Sáenz que amenazaba su continuidad como banquero

AGENCIAS – MADRID El Gobierno en funciones aprobó ayer indultar al vicepresidente y consejero delegado del Banco Santander, Alfredo Sáenz, que había sido condenado a tres meses de arresto mayor y a un período igual de inhabilitación profesional, por un delito de denuncia falsa cometido hace 17 años, cuanto ocupaba la presidencia de Banesto. El hoy «número dos» de Emilio Botín en el primer banco español había solicitado el indulto para evitar que la referida condena pudiera apartarle de su labor ejecutiva en Santander, debido a los requisitos de honorabilidad que en España se exigen para el desempeño de las labores financieras directivas.

En el primer Consejo de Ministros tras las elecciones generales del 20 de noviembre, el Gobierno de Zapatero aprobó un indulto parcial para los tres implicados en un caso que data de 1994: el citado Alfredo Sáenz, el abogado Rafael Jiménez de Parga y el ex directivo de Banesto Miguel Ángel Calama. Los tres fueron condenados a raíz de una denuncia formulada por cuatro empresarios (Pedro Olabarría, Luis y José Ignacio Romero y Modesto González Mestre), a quienes previamente la dirección de Banesto había acusado de estafa y alzamiento de bienes por el impago de un crédito de 3,6 millones de euros. El juez Pasual Estevill, luego condenado por prevaricación y detención ilegal, tramitó la querella y ordenó prisión preventiva para los industriales. Finalmente, el caso fue archivada y los empresarios se querellaron contra Sáenz, Jiménez de Parga y Coloma.

Los tres fueron condenados. Primero a seis meses de prisión e inhabilitación y, tras un recurso ante el Tribunal Supremo, a tres meses de arresto mayor y suspensión del ejercicio profesional. El Gobierno ha decidido ahora un indulto parcial que implica sustituir las penas de arresto e inhabilitación por una multa que, según informó Europa Press, será de 3.000 euros.

farodevigo.es

SI QUEREMOS QUE TODO SIGA COMO ESTÁ, ES NECESARIO QUE TODO CAMBIE

-¿Qué sabes tú de Jano?

El reportero dudó en si marcarse un farol o responder con franqueza. Optó por la segunda opción porque sabía de sobra que el juez era un tipo que despreciaba los rodeos.

-Sé lo justo. Se trata de un poderoso clan que maneja los servicios secretos españoles desde comienzo de los setenta. Lo poco que conozco me lo contó Pellón antes de su muerte. También me advirtió de que era un lobby muy peligroso.

-No le faltaba razón. Todos los que se han acercado a Jano han muerto. Efectivamente, es una sociedad secreta de los años setenta pero no sólo formada por agentes del CESID. La cúpula del antiguo SECED concluyó que el franquismo agonizaba y que no podía soportar la presión de los estados democráticos de Occidente. Por tanto, lo más aconsejable para el régimen era preparar desde dentro un cambio controlado. Una especie de «solución lampedusiana». ¿Recuerdas la máxima del príncipe italiano, autor de El gatopardo? «Si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie.» Por todo ello, para seguir moviendo los hilos desde la sombra, los espías elaboraron el informe Jano. ¿Por qué Jano? Porque a ese dios de la mitología romana se le representaba con dos caras: una mirando al pasado y la otra al futuro. Era el protector de las puertas que se orientaba hacia el mañana pero sin olvidar el ayer. Entonces, ese poderoso grupo selecto de agentes protegió y promocionó a un par de centenares de jóvenes que, por su capacidad intelectual y su preparación profesional, estaban llamados a ser los líderes dela política y la sociedad de la futura democracia. Todos ellos fueron fichados por los servicios secretos de Carrero y hoy ocupan cargos de gran relevancia. Por tanto, no sería descabellado que la vieja guardia del CESID estuviera chantajeándolos.

El magistrado metió la mano en un cajón y sacó un folio con unas notas escritas de su puño y letra.

-Es aterrador tener que desconfiar de las más altas instancias del poder porque, como si se tratara de un queso gruyer, están agujereadas por una caterva de infiltrados al servicio del CESID. En el gobierno, la policía, el ejército, la magistratura, la banca, la diplomacia, la enseñanza y, cómo no, el periodismo. Sí, el periodismo. No te sorprendas. Según Pellón, era el sector más penetrado por Jano. Ahora entiendo por qué algunos medios me atacan todos los días y compañeros magistrados intentan torpedear mis investigaciones sobre el CESID.

El informe Jano

Manuel Cerdán

SI LOS TIENES COGIDOS POR LA CARTERA, TAMBIEN TIENES SU CONCIENCIA

«it is difficult to get a man to understand something when his salary depends upon his not understanding it»

«Es difícil encontrar un hombre que comprenda algo cuando su salario depende de no comprenderlo»

Upton Sinclair

Documental: Una verdad incomoda.

Muchos políticos, periodistas … actuales no tienen donde caerse muertos, si pierden el «puestito» les espera el duro frío de la calle. Son inútiles que, conscientes de su incapacidad, hacen de su labor un acto de supervivencia.

Ellos crean opinión, nos rigen y diseñan nuestro futuro. ¿Pero están pendientes de la comunidad o de mantener su ritmo de vida?…

Si contradicen a su grupo, o se desvían de la doctrina, ya saben lo que les espera.

Su labor: mentir, engañar, desviar la atención de los problemas reales, echar la culpa a otros de sus propios errores… En fin, emponzoñar nuestra sociedad.

Día tras día intentan que sus mentiras se conviertan en nuestra verdad. Y todo por mantener los garbanzos.

Oígalos hablar … léalos …

Antes de intentar comprender sus posturas,  pregúntense:

¿Quién les paga?

¿ De qué viven?

 

Si los tienes cogidos por los huevos, también tienes su corazón.

Si los tienes cogidos por el estómago, también tienes su conciencia.

 

 

Siempre que un concepto puede ser formulado intelectualmente (el amor, el cielo, el infierno, el liberalismo…), ¿existe en el mundo real?

La historia de occidente es la historia del idealismo. Su cultura des­cansa en la formulación teórica de un modelo. En La Republica, Platón construye lo que él considera el ideal de gobierno usando mitos e imágenes fantásticas que no guardan relación alguna con la realidad. Una vez creado, el modelo ideal se aplica al mundo real. Siguiendo los pa­sos de Platón, todos los filósofos occidentales,… han argumentado que siempre que un concepto puede ser formulado intelectualmente, existe en el mundo real y, por ello, puede ser aplica­do

La victoria en el campo de batalla a menudo depende de las circunstancias, no de la estrategia, como nos recuerda Tolstoi en Guerra y Paz. En la víspera de la batalla de Austerlitz, escribe, los generales austriacos y rusos revisan su plan, que consideran la estrategia militar ideal. Esperan derrotar a Napoleón; su ejercito está muy lejos de las bases militares, es más pequeño que la coalición austrorusa, se ha ido retirando, y luchará desde una posición de desventaja. Napoleón, por otra parte, parece poco interesado en la batalla, hasta el punto de que no ha preparado un plan de acción. Llega al campo de batalla temprano por la mañana de buen humor. Está enamorado, revela Tolstoi, y está lleno del optimismo de todos los jóvenes amantes que saben que su amor es correspondido. Mientras las tropas enemigas empiezan la difícil maniobra de rodear al ejercito de Napoleón, una fina bruma cae de repente e impide la visión. Los soldados austriacos y rusos, los oficiales y los generales se sienten perdidos, no pueden aplicar su complejo plan porque son incapaces de ver adónde van. Cegado, el ejercito de la coalición se hunde en el caos. Una circunstancia imprevista, la niebla, ha cambiado las tornas. Napoleón improvisa y se aprovecha de la situación. Ataca al enemigo cegado por la niebla, destruye sus defensas y gana la batalla.

Sun Tzu, el autor chino de El arte de la guerra, diría que Napoleón se comportó como un general chino. Sacó partido de la situación existente, adaptando su estrategia a ella. Una crisis, la niebla, se convirtió en la oportunidad de cabalgar a lomos del peligroso viento y ganar la batalla.

Escrito en el siglo VI a. c., El arte de la guerra ilustra claramente la fundamentación filosófica de la cultura china, que es antiética según la planificación europea. Mientras que la filosofía occidental lucha por adaptar la realidad al modelo ideal conceptualizado, en la cultura chi­na tal modelo no existe. La realidad emerge como producto de las cir­cunstancias, y como tal, cambia constantemente. Por ello, la niebla en Austerlitz se convierte en el punto desde el que construir la victoria, no el acontecimiento excepcional que lleva a la derrota.

Las circunstancias, no la ética o la moral, guían a los sabios chinos, que pensaran en términos de procesos globales, como se describe en el clásico chino, el I Ching. Las circunstancias guían también al general y al estratega, que pensaran en términos de confrontación para proteger a su gente. Ambos trabajaran con los acontecimientos que se producen y dentro de los límites que se les impongan, reconociendo que la vida es como un proceso temporal y espacial dictado por las circunstancias y el caos. La historia no tiene un significado trascendental, es un conjunto de momentos únicos.

La cultura occidental, por el contrario, piensa en términos de objetivos trascendentales que explican, justifican y que finalmente requieren la formulación de modelos ideales y permanentes. El concepto es­tá profundamente arraigado en muchas religiones: los judíos marchan hacia la Tierra Prometida; los musulmanes aspiran a entrar en el paraíso; los cristianos esperan la resurrección de los muertos; los cristianos fundamentalistas sueñan con el Armageddon; y los terroristas suicidas pretenden ser mártires. La vida llega a tener sentido solamente en rela­ción con su final, con el objetivo trascendental, y la historia sirve como la larga marcha hacia él.

Economía canalla

Loretta Napoleoni

Yo me avergüenzo de mis pecados, claro está, pero también de los de mi especie, de la «naturaleza humana» que acarreo III

 

El núcleo de la motivación humana

 

1.- Pertenecer a un grupo(desde que el hombre bajo de los árboles supo que no pertenecer a un clan equivale a la muerte). Luchar dentro de él para tener un puesto relevante. Y luchar contra los demás grupos para obtener la mayor parte de recursos. (Las ideologías, política, movimientos sociales sólo son las distintas caretas para disfrazar este punto).

2.- Aparearse y tener descendencia. Cuidar de ésta para que tenga un punto de salida ventajoso (lo que Xavier Rubert de Ventós desvela en su artículo).

 3.- No enfermar ni morir prematuramente (de aquí deriva el miedo a la muerte que nos mantiene sometidos a las religiones).

 El clan como eje vital

La pertenencia a un grupo es con certeza el más poderoso y inconsciente de todas estas fuerzas. Pero es fácil desenmascararla. Piense en un adolescente, cual es su mayor terror: no ser aceptado por sus iguales…

Que se esconde detras de la relación ente la afición y un equipo de futbol.

Qué es el nacionalismo sino la exclusión del otro: odio al que no pertenece al grupo. Y de dónde ese odio adquiere tanta fuerza y violencia para que seres humanos nublen su razón y puedan masacrar impavidamente a seres inocentes (su único delito es no pertenecer al clan: nación:raza: grupo…). 

Y la politica…La política ahora y en el 3000, es y será el reparto del poder dentro del clan, más todas las estrategias para dominar, luchar o defenderse del resto de grupos externos.

Partidos de derechas, centro, izquierda, extrema izquierda, con discursos variopintos, y aparentemente distintos, se comportan de igual modo: su meta es conseguir el poder para su clan, mantener el poder, repartir el botín entre los suyos y machacar al resto. La ideología sólo es la cortina de humo para disfrazar la lucha de grupos distintos por el poder.

Cuantos gobiernos de países de extrema izquierda, izquierda, centro, derecha llevan una política social y democrática dentro de sus fronteras. Mantienen un nivel de vida adecuado para su grupo nacional, y luego roban, apoyan golpes de estado, sojuzgan y se aprovechan vilmente de otros países (claro no son de “los nuestros”). La ideología sólo es la cortina de humo para disfrazar la lucha de grupos distintos por el poder.

Que son las banderas sino los estandartes que representan a los distintos clanes. ¿Y el carné de identidad? Sólo es el certificando de pertenencia al grupo. No la certificación de la existencia de un individuo. No. Lo realmente esencial es que muestra que ese individuo ha sido acogido por un grupo y le dará toda su protección para sobrevivir (educación, seguridad social, protección, derecho al paro…).

No existe la vida fuera de la identidad y pertenencia al clan.

Yo me avergüenzo de mis pecados, claro está, pero también de los de mi especie, de la «naturaleza humana» que acarreo II

 

Marx y su yerno

 

2. La relación de Marx con su yerno Paul Lafargue me sirve de segundo ejemplo. Paul Lafargue es el autor de un libro magnífico titulado Elogio de la pereza: el único texto marxista que se atrevió a enfrentarse al culto al trabajo -«el héroe laboral frente al malvado capital»- que impregna desde el principio la ideología marxista. Lafargue resultó ser un joven mestizo antillano que se enamoró de una hija de Marx con la que acabaría casándose, conspirando en Barcelona y por fin suicidándose junto a ella. Pero de momento era sólo un pretendiente que solicitaba a Marx permiso para salir con su hija. Y si no recuerdo mal, la respuesta por carta de Marx, tan bestia como enternecedora, viene a decir: «No crea usted, señor mío, que yo tenga nada contra los mestizos, pero debe usted comprender que mi hija es una señorita decente y decorosa, acostumbrada a las relaciones formales y morigeradas que caracterizan a los países civilizados. Y yo temo que la excesiva pasión propia de países más calientes y con mayor promiscuidad que en Europa puedan chocar a mi hija y atentar a su natural modestia».

Descubrimos aquí un papá preocupado por la doncellez de su hija, igual que andamos nosotros preocupados en dar a nuestros hijos más recursos y oportunidades que a los demás. Y no, ni Marx es xenófobo ni nosotros de derechas; ni él es un puro victoriano, ni nosotros meros neoliberales. Es nuestra maldita condición, nuestra tan enternecedora como cruel obsesión por las crías, las que hablan y sobre todo actúan por nosotros

 

Xavier Rubert de Ventós

El país. 6 Abril 2008.

No existe la ideología: existen los tres principios que marcan la diferencia entre la vida y la muerte

 

Desde mi profunda modestia, me gustaría añadir que la obsesión por que nuestras crías tengan un punto de salida ventajoso, que desvela Rubert de Ventós en su artículo, es una de las tres fuerzas instintivas que   realmente mueven al ser humano. Estas son impulsos ciegos  que emergen desde la parte más profunda del ser doblegando la ideología de los individuos. La racionalidad, la voluntad…se arrrugan como papel de xelofan cuando hacen aparicion alguna de estas fuerzas.

Por eso nos sorprende que ideologías que hablan de un mundo igualitario, que religiones que también hablan de lo mismo acaben como acaben…

Vivimos de espalda al programa que llevamos grabado a sangre y fuego en nuestros genes. Desde cuando bajamos de los árboles en los páramos de Africa. Y pensamos que nuestros pensamientos nos guian: Que ingenuidad. Como podemos explicar que alguien predica que los más importante es el projimo y quince segundos después lo mande a la hoguera. Que impulsa la mano que empuña una antorcha cuando los labios hablan de amor.

Desde la noche de los tiempos llevamos impreso en nuestros genes que la diferencia entre la vida y la muerte es ceñirse a esos tres mandamientos

 

Yo me avergüenzo de mis pecados, claro está, pero también de los de mi especie, de la «naturaleza humana» que acarreo I

 

No somos ni socialdemócratas

 

 Yo me avergüenzo de mis pecados, claro está, pero también de los de mi especie, de la «naturaleza humana» que acarreo. De esa especie, por ejemplo, que ha sido incapaz de dotarse de un sistema económico un poco menos bestia que el puro y duro darwinismo social, donde prospera siempre el más fuerte. Y que cuando lo ha intentado -con el comunismo, por ejemplo- pronto se transformó en una burocracia tan cruel como ineficiente: en eso acabó el marxismo en nuestras manos. Hoy, a toro pasado, resulta fácil decir que es lógico que fracasara aquella cura de caballo marxista dogmática y mesiánica. Pero no es solamente eso lo que ha fracasado. Igual han sucumbido en este mundo los intentos más «realistas» y comedidos como las curas paliativas keynesianas, socialdemócratas o reformistas, que sólo han prosperado para seguir alimentando esa especie de neoliberalismo que padece nuestra especie.

En mi época universitaria a los socialdemócratas se les llamaba «socialtraidores». Luego, cuando se comprobó que la Revolución no era una necesidad científica ni histórica, muchos comunistas comenzaron a llamarse, ellos ahora, socialdemócratas, al tiempo que añadían el verde al colorado. Y no puede faltar mucho, pienso yo, para que esos que se atreven aún a llamarse «progresistas» vengan a identificarse simplemente como «optimistas». Cándidos y voluntaristas unos, cínicos o resentidos otros, pero al fin y al cabo no más que optimistas.

Lo que en cualquier caso parece es que nuestra constitución, eso que llamamos la naturaleza humana, no está a la altura de los ideales que ella misma ha ido secretando y proclamando. Nuestra inercia emocional, formada a lo largo de los siglos, sigue siendo lo que es, sigue estando donde estaba, y no parece sintonizar fácilmente con nuestros proyectos racionales o morales.

Trataré de explicarme tomando como ejemplo: 1) nuestro comportamiento como padres y 2) el comportamiento del propio Marx como suegro.

1. Habíamos dejado de creer en la utopía de una sociedad justa, equitativa y saludable donde todos los hombres serían iguales por decreto. Pero éramos, aún éramos, al menos éramos socialdemócratas. Habíamos rebajado el nivel de nuestros ideales pero no habíamos renunciado a ellos. Si no era posible la absoluta justicia e igualdad entre los hombres -«a cada uno según sus necesidades, etcétera»- sí cabía aspirar a una igualdad de oportunidades: a que la salida al menos fuera igual para todos, que todos tuvieran la misma educación, las mismas oportunidades, las mismas chances.

Pero ahí estaba esa naturaleza humana dispuesta a defenderse con uñas y dientes: para desmentir con nuestra conducta, punto por punto, la más mínima convicción socialdemócrata. ¿Acaso no invertimos en la educación de nuestros hijos para que sepan más que los otros? Para que no salgan del mismo punto de partida ni en las mismas condiciones; para que dispongan de una «ventaja competitiva»; para que obtengan unos títulos cuyo valor, como siempre, es precisamente su escasez. Cuando todos tienen ya la licenciatura, los nuestros han de tener un máster; cuando los otros tengan ya el máster, les enviaremos a especializarse a Estados Unidos. Aún queremos que aprendan inglés porque la mayoría no lo hablan, pero por poco que tengan éxito los proyectos de generalizar esta lengua, les enseñaremos a los nuestros alemán, árabe o chino: cualquier cosa que los otros no tengan aún; lo que sea para que los otros no dispongan del mismo acopio de recursos y munición que los nuestros.

Pensamos como socialdemócratas, en efecto, pero actuamos como ventajistas.

 

Xavier Rubert de Ventós

El país. 6 Abril 2008.