EL AUTOENGAÑO: LA TRAMPA DE LA SELECCIÓN

gato-leon-espejo

           

«Peor que ver la realidad negra es el no verla» (Antonio Machado)

Los seres humanos disponen de infinidad de trucos para mantenerse ajenos a la realidad. Además de la negación, se utilizan mecanismos de defensa como la racionalización, que permite ocultar los verdaderos motivos bajo una explicación lógica, o la atención selectiva, mediante la cual se percibe lo que interesa mientras se ignora el resto.

Estos mecanismos de defensa brindan un refugio y son en cierto modo necesarios, pero al mismo tiempo condicionan nuestra manera de percibir y reaccionar frente al mundo. Como individuos, somos recopiladores y observadores de nuestra propia realidad y, a pesar de desearlo, rara vez somos imparciales. La mayoría solemos atribuirnos con mayor facilidad los éxitos que los fracasos, exculparnos y ver la mota en el ojo ajeno. Aunque otras personas tienden a interpretar que el fallo siempre está en su lado.

       

        

Cristina Llagostera

Elpais

EL AUTOENGAÑO: PUNTOS CIEGOS

Man Being Pulled in Different Directions

En su libro El punto ciego, Daniel Goleman relaciona esta estrategia con un hecho fisiológico. En la parte posterior del ojo existe una zona donde confluyen las neuronas del nervio óptico que carece de terminaciones nerviosas. Esta zona constituye un punto ciego. Habitualmente no se percibe su existencia porque se compensa con la visión superpuesta de ambos ojos. Pero incluso cuando se emplea un único ojo resulta difícil distinguirlo, pues ante la falta de información visual el cerebro rellena virtualmente esa pequeña área en relación con el entorno.

Algo parecido sucede a nivel psicológico. Todas las personas tienen puntos ciegos, zonas de su experiencia personal en las que son proclives a bloquear su atención y autoengañarse. Estas lagunas mentales tienden a ser rellenadas con fantasías, explicaciones racionales o imaginaciones. Se trata de un hecho comprobado que no percibimos la realidad tal y como es, sino que elaboramos nuestra interpretación particular a partir de lo que captan los sentidos. Incluso la memoria resulta altamente engañosa, pues contiene una serie de filtros que seleccionan la información que llega a la conciencia.

Cristina Llagostera

Elpais

CONSUMIR DEMASIADOS REFRESCOS Y DULCES DAÑA EL RENDIMIENTO INTELECTUAL II

 

El equipo de investigación estudió dos grupos de ratas que consumieron una solución de fructosa durante seis semanas. Uno de ellos recibió además un aporte de ácidos grasos omega-3, en forma de aceite de linaza y ácido docosahexaenoico (DHA), un ácido de la serie omega-3 presente, fundamentalmente, en el pescado y las algas.

“El DHA es esencial para la función sináptica, la habilidad de las neuronas para trasmitir señales de una a otra”, explica Gómez-Pinilla. “Es el mecanismo que hace posible el aprendizaje y la memoria. Nuestros cuerpos no pueden producir DHA suficiente, así que debe ser suministrado a través de nuestra alimentación”.

Antes de comenzar las pruebas, las ratas se alimentaron con pienso estándar y se entrenaron en un laberinto dos veces al día durante cinco jornadas. Los científicos observaron cómo se desenvolvían las ratas por el laberinto, que sólo tenía una salida, y colocaron puntos de referencia para ayudar a éstas a recordar el camino correcto. Seis semanas después, tras añadir fructosa a la dieta, los investigadores volvieron a someter a las ratas a la prueba.

“El grupo de ratas que había recibido ácidos grasos omega-3 salía del laberinto mucho más rápido”, explica Gómez-Pinilla. “Los animales que no habían recibido un aporte de DHA eran más lentos y sus cerebros mostraron un declive en la actividad sináptica. Sus neuronas tenían problemas para comunicarse, alterando la habilidad de las ratas para pensar con claridad y recordar el camino que habían aprendido”.

Las ratas que no recibieron DHA además desarrollaron señales de resistencia a la insulina, la hormona que controla los niveles de azúcar en la sangre y regula la sinapsis. Un examen en profundidad al cerebro de las ratas sugirió que la insulina había perdido gran parte de su poder e influencia sobre las neuronas.

Los científicos creen que la fructosa es la culpable del déficit de DHA en las ratas con disfunción cerebral. Comer demasiada fructosa podría bloquear la habilidad de la insulina para regular como las células usan y almacenan el azúcar. “La insulina es importante en el cuerpo para controlar el nivel de azúcar en sangre, pero podría jugar un papel distinto en el cerebro, donde parece corromper la memoria y el aprendizaje”, explica Gómez-Pinilla. “Nuestro estudio muestra que una dieta alta en fructosa daña también al cerebro.

Esto es algo nuevo”.El doctor Gómez-Pinilla cree que es conveniente mantener un reducido consumo de fructosa  y evitar en la medida de lo posible los productos con alto contenido en azúcares, sobre todo aquellos procesados con edulcorantes como el JMAF. Por otro lado, recomienda comer alimentos ricos en ácidos grasos omega-3 como salmón, arenques, anchoas o frutos secos, para alcanzar un aporte de DHA de un gramo al día. “Consumir DHA regularmente protege al cerebro de los efectos perniciosos de la fructosa”, concluye el investigador.

ElConfidencial.com > Alma, Corazón y Vida > Miguel Ayuso

CONSUMIR DEMASIADOS REFRESCOS Y DULCES DAÑA EL RENDIMIENTO INTELECTUAL I

Aviso para los estudiantes que preparan estos días los exámenes finales: consumir muchos refrescos y dulces durante más de seis semanas podría haceros más tontos. A no ser que acompañéis vuestra dieta con anchoas. 

Un nuevo estudio de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA) llevado a cabo en ratones de laboratorio, muestra por primera vez como una dieta alta en fructosa ralentiza el cerebro y obstaculiza la memoria y el aprendizaje.  Hasta ahora se habían realizado investigaciones que relacionaban la fructosa con la diabetes, la obesidad y la esteatosis hepática, pero es la primera vez que se muestra como los dulcificantes influyen en el cerebro.  

“Nuestros hallazgos muestran que lo que se come afecta a lo que se piensa”, explica Fernando Gómez-Pinilla, profesor de neurocirugía en la David Geffen School of Medicnde de la UCLA. “Consumir una dieta alta en fructosa durante demasiado tiempo altera la habilidad del cerebro para aprender y retener información, advierte Gómez-Pinilla, pero “añadir ácidos grasos omega-3 a las comidas puede minimizar los daños”.

El jarabe de maíz, principal fuente de fructosa

El equipo de investigadores de la UCLA ha centrado sus experimentos en el jarabe de maíz de alta fructosa (JMAF), un edulcorante creado a partir de almidón o fécula de maíz. Se trata de un líquido barato, seis veces más dulce que el azúcar de caña, muy utilizado en la industria alimentaria para todo tipo de refrescos, condimentos, dulces e, incluso, comidas para bebés. Según el Departamento de Agricultura de los EE.UU, al que cita el estudio, un americano medio consume más de 18 kilos de este jarabe al año, pese a las intensas críticas que ha recibido por parte de nutricionistas y médicos.

Gómez-Pinilla deja claro que no pretenden atacar a la fructosa de las frutas, «que contiene importantes antioxidantes», sino al JMAF, “que se añade a los productos manufacturados como endulzante y conservante”.

 

ElConfidencial.com > Alma, Corazón y Vida > Miguel Ayuso

¿PERO REALMENTE SOMOS TAN DIFERENTES?

EL PODER DE LA MANADA

Hay un aspecto de la psicología de su perro que sólo he tocado por encima en el último capítulo, pero es un concepto muy importante a la hora de entender la relación entre usted y sus perros. Es el concepto de grupo. La mentalidad de grupo de su perro es una de las mayores fuerzas naturales que intervienen en la formación de su comportamiento.

La manada es la fuerza vital para un perro. El instinto grupal es su instinto primario. Su estatus en el grupo es su yo, su identidad. El grupo es tan importante para un perro porque si algo amenaza la armonía del grupo, también amenaza la armonía de cada perro como individuo. Si algo amenaza la supervivencia del grupo, también amenaza la propia supervivencia de cada uno de sus perros. La necesidad de mantener al grupo estable y en buen funcionamiento es una poderosa fuerza de motivación para cada perro: incluso para ese caniche mimado que nunca ha conocido a otro perro o salido de los confines de su jardín trasero. ¿Por qué? Está profundamente arraigada en su cerebro. La evolución y la Madre Naturaleza se encargaron de ello.

Es vital que entienda que su perro ve todas estas relaciones con otros perros, con usted, incluso con otros animales en su hogar en un contexto de «grupo». Aunque me he pasado el capítulo anterior subrayando las cuantiosas diferencias que existen en el modo en que los perros y los humanos ven el mundo, los humanos -en realidad, todos los primates- también son animales de grupo. De hecho una manada de perros en realidad no es tan diferente del equivalente humano de un grupo. A nuestros grupos los llamamos familias. Clubes. Equipos de fútbol. Iglesias. Corporaciones. Gobiernos. Claro, pensamos que nuestros grupos sociales son infinitamente más complicados que las manadas de perros, ¿pero realmente son tan diferentes?

El encantador de perros

César Millán

Instintos, emociones… palabras

Tenemos que tener cuidado con las palabras, sólo tienen un valor instrumental, representan la punta del iceberg de los instintos, deseos o emociones.

La energía que nos mueve se inicia en lo más profundo de nuestro ser, son los instintos y las emociones, luego se convierten en motivaciones, que emergen en nuestra mente en   forma de pensamientos para, mediante nuestra conducta, desembocar en la realidad.

Las palabras y pensamientos no son referente puro de significados, son sólo una etapa en el tránsito entre el inconsciente: instinto y emoción, y nuestra consciencia: pensamiento, palabra. Estos sólo  son  envase que emergen a nuestro mundo preñadas de carne, deseo, ansias y poder. Porque son realmente el disfraz que esconden nuestros instintos y emociones.

Las palabras son siempre un instrumento para un fin. Es la manera que tenemos los humanos de tergiversar la realidad para poder  influir en los demás. Normalmente más preocupadas de deformar la realidad a favor del hablante que de ser objetivas.

El impulso que las genera nace más allá del territorio de la conciencia. Por eso muchas veces decimos cosas en el ardor de muchas situaciones que luego nos damos cuenta que apenas tuvimos control sobre nuestro discurso.

Las palabras son el encantamiento con el que disfrazamos nuestros más oscuros o evidentes deseos: supervivencia, control, poder. Las palabras los convierten en razonables y presentables ante los demás

Las palabras sólo tienen valor si vienen acompañadas de una demostración por hechos. Representan la parte de una representación del ser humano, pero su validez por sí solas es muy escasa. No se deje llevar por las palabras siempre contrástelo con la conducta de su autor.

– » Amor, no me siento maduro para estar en una relación….”: En el fondo puede que esté pensando en largarse con otra persona.

– “Todo esto lo hago por ustedes”…

– “Estoy ejerciendo el cargo para servir a los demás”…

– “Todo el mundo opina que”: y luego viene una opinión personal del individuo.

– “Yo soy progresista”: en realidad tiene una persona a su servicio inmigrante, sin papeles, a la que le paga una miseria por una jornada de esclavo…

– Chica de derechas guapa: “es una persona muy interesante, inteligente,  alguna de sus ideas son muy humanas…”

– Chica de derechas fea: “es una cerda fascista, sus ideas son anacrónicas y afianzan la desigualdad…”

Trabajo o diversión II


 

Antes de que le responda, considere dos cosas. En pri­mer lugar, mis dotes de rapsoda no son precisamente de primer orden; de modo que pedir a alguien que pagara por oírme recitar durante lo minutos podía considerarse un abuso. En segundo termino, aunque yo pregunte a los estu­diantes si me pagarían por el privilegio de asistir a la recitación, no tenían por que pujar en ese sentido; podían perfec­tamente haber dado la vuelta a la tortilla y exigir que fuera yo el que les pagara a ellos.

Y ahora, los resultados (un redoble de tambor, por fa­vor). Los que respondieron a la pregunta hipotética relativa a mi paga se mostraron de hecho dispuestos a pagarme por el privilegio. Como media, se ofrecieron a pagarme alrede­dor de un dólar por la lectura poética breve, unos dos dólares por la intermedia y algo mas de tres dólares por la larga (después de todo, igual resultaba que podía ganarme el sus­tento fuera de la docencia).

Pero, que hay de los estudiantes previamente anclados a la idea de cobrar de mí, en lugar de pagarme? Como cabría esperar, exigieron un pago: como media, pedían l,3o dólares por escuchar la lectura poética breve; 2,7o por escu­char la intermedia, y 4,8o por soportar la lectura larga.

De manera muy parecida a Tom Sawyer, pues, yo había logrado partir de una experiencia ambigua (y si el lector tu­viera la oportunidad de oírme recitar poesía comprendería lo ambigua que puede resultar dicha experiencia) y conver­tirla arbitrariamente en una experiencia placentera o dolo­rosa. Ninguno de los dos grupos de estudiantes sabía si mi lectura poética era de tal calibre que valla la pena pagar por ella o de tal calibre que sólo merece oírse cuando a uno se le compensa financieramente por la experiencia (es decir, no sabían si resultaba placentera o dolorosa). Pero una vez que se habían formado la primera impresión (que ellos tenían que pagarme a mí, o que yo tenía que pagarle a ellos), la suerte estaba echada; y el ancla también. Además, una vez tomada la primera decisión, seguían otras en lo que parecía ser una manera lógica y coherente. Los estudiantes no sabían si oírme recitar poesía era una experiencia buena o mala, pero, cualquiera que fuese su decisión, la empleaban como punto de partida para sus decisiones siguientes, creando una pauta coherente de respuestas para las tres lec­turas poéticas.

Obviamente, Mark Twain llegó a las mismas conclusio­nes: «Si Tom hubiera sido un filósofo grande y sabio como el autor de este libro, habría comprendido que el trabajo es aquello que uno está obligado a hacer, y el juego es aquello que uno no esta obligado a hacer». Luego, Twain observa­ba: «Hay caballeros ricos en Inglaterra que conducen cada día coches de pasajeros de cuatro caballos de 3o a 5o kilómetros en verano porque ese privilegio les cuesta una suma considerable de dinero; pero si se les ofreciera un salario por el servicio, eso lo convertiría en un trabajo, y entonces renunciarían a hacerlo».

 

Las trampas del deseo

Dan Ariely

Trabajo o diversión I


George, Drazen y yo estábamos tan emocionados con el experimento sobre la coherencia arbitraria que decidimos llevar la idea un poco mas lejos. Pero esta vez íbamos a ex­plorar un recodo distinto.

Acaso el lector recuerde un famoso episodio de Las aventuras de Tom Sawyer en el que Tom convierte el blan­queado de la valla de su tía Polly en un ejercicio para mani­pular a sus amigos. Tom aplica la pintura con entusiasmo, fingiendo disfrutar con la tarea.

-¿A esto le llamáis trabajo? -les dice a sus amigos-. ¿Acaso todos los días un muchacho tiene la oportunidad de blanquear una valla?

Armados de esa nueva «información», sus amigos des­cubren la alegría de blanquear una valla. Al cabo de poco tiempo, los amigos de Tom no sólo le pagan por gozar de ese privilegio, sino que disfrutan de verdad realizando la tarea, un resultado perfecto donde los haya.

Desde nuestra perspectiva, Tom transformo una expe­riencia negativa en una positiva: convirtió una situación en la que se requería una retribución en otra en la que la gente (los amigos de Tom) pagaba por participar de la diversión. ¿Podíamos nosotros hacer lo mismo? Pensamos que había que hacer la prueba.

Cierto día, para sorpresa de mis alumnos, inicie la lec­tura diaria sobre psicología empresarial con una selección poética, unas cuantas líneas del poema «Quienquiera que seas, que me tienes en este momento de la mano», de la obra de Walt Whitman Hojas de hierba:

 

Quienquiera que seas, que me tienes en este momento de la mano,

si falta una cosa, todo será inútil.

te advierto lealmente antes de que pretendas nada de mi,

yo no soy como tu suponías, sino muy diferente.

¿Quien es aquel que quiere ser mi discípulo?

¿Quien quiere inscribirse como candidato a mi afecto?

La ruta es sospechosa, incierto el resultado, acaso funesto,

tendrás que renunciar a todo, yo sería tu modelo único y ex­clusivo,

aun entonces tu noviciado sería largo y agotador,

tendrías que abandonar toda la teoría pasada de tu vida y

toda la conformidad con las vidas que te rodean,

déjame, pues, no te incomodes, retira tu mano de mi hom­bro,

déjame y prosigue tu camino.

 

Tras cerrar el libro, les dije a los estudiantes que aquel viernes por la tarde realizaría tres lecturas de Hojas de hier­ba: una breve, otra intermedia y otra larga. Debido a las li­mitaciones de espacio, les indique que había decidido cele­brar una subasta para determinar quien podría asistir. Distribuí unas hojas de papel para que pudieran pujar; pero antes de que lo hicieran, tenía que hacerles una petición.

Pedí a un grupo de estudiantes que anotaran si hipotéticamente estarían dispuestos a pagarme 10 dólares por una recitación de 10 minutos. Pedí a  otra grupo que anotaran si hipotéticamente estarían dispuestos a oírme recitar poesía durante 10 minutos si les pagaba 10 dólares por ello.

Esta, obviamente, era el ancla. Luego pedí a los estu­diantes que pujaran por un puesto en mi lectura poética. ¿Cree el lector que el ancla inicial influyó en las subsiguien­tes pujas?

Las trampas del deseo

Dan Ariely

Teje tus sueños con mentiras

 

Teje tus sueños con mentiras y

Hilarás tu vida con lágrimas


 

De la película:

El mar que nos mira

Kei Kumai

 

“…No es extraño…que las elucubraciones del cerebro magnifiquen o subesti­men la realidad exterior, con el consiguiente impacto negativo sobre las emociones y las conductas del individuo. Los físicos acostumbran a decir que un noventa por ciento de la realidad es invisible; los grandes neurólo­gos como Richard Gregory, profesor emérito de Neuropsicología de la Universidad de Bristol, que «el cerebro no busca la verdad, sino que elu­cubra para sobrevivir».

…Toda la información disponible y necesaria para calibrar un hecho, un personaje o un proceso, el cerebro opta por conceptualizarlos en modelos abstractos. Frente a una realidad inabarcable en toda su extensi6n -dice el neurocientífico Semir Zelci, catedrático de Neurobiología del University College de Lon­dres-, el cerebro crea modelos abstractos y casi perfectos –del amor, el hombre, la mujer o el coche ideales- que contrastan con la trivialidad de la vida cotidiana. Como es de esperar, la comparación rara vez resulta halagadora para la cosa, el individuo o el proceso individual en cuestión, ya que nunca llega a aproximarse del todo al modelo abstracto e ideali­zado. EI resultado es un estado de insatisfacción constante que estaría en la base de la depresión generalizada..”

 

El viaje a la felicidad

Eduardo Punset

 

 

 

Tan peligrosa es la idealización como la falta de profundización en la realidad (o mejor dicho: son totalmente interdependientes). A veces, en una amistad/relación/… nos dejamos llevar por una primera impresión; y con ésta ya hacemos el juicio total de la misma. En nuestra obsesión de simplificarlo todo para no comernos mucho el coco podemos pasar por alto datos muy destacados de la realidad que nos rodea. El error puede ser muy grave. Tal vez estemos dejando en el camino algo muy relevante.

 

Ver el desarrollo de la amistad entre Jon Voight y Dustin Hoffman en:

Cowboy de medianoche

John Schlesinger