EL SABOR DEL MELÓN

tenerbuenasalud

Un maestro ofrece un melón a su discípulo.

-¿Cómo encuentras este melón? -le pregunta

– ¿Tiene buen sabor?

-¡Sí, sí! ¡Muy buen sabor! -responde el discípulo.

El maestro le plantea entonces la pregunta:

-¿Qué tiene buen sabor, el melón o la lengua?

Esta historia es un koan muy interesante.

El discípulo reflexiona, se complica y responde:

-Este sabor proviene de la interdependencia, no solamente de la del sabor del melón y la de la lengua, sino igualmente de la interdependencia de…

-¡Idiota! ¡Triple idiota! -le corta el maestro encolerizado.

-¿Por qué complicas tu espíritu? Este melón está bueno. Su sabor se explica por sí solo. La sensación es buena. Eso basta.

Los pensamientos personales limitan, categorizan y complican.

 

 

 

La maleta del buscador

María Teresa Román

Y ESCRIBO SOBRE EL BIEN, SOBRE LA VICTORIA, LA DICHA Y EL AMOR

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A veces me preguntan si lo que cuento sucedió en realidad. Si los personajes de mis relatos son reales.

Y mi respuesta es que sí sucedió, que sí son reales, más que reales. Ciertamente mis personajes son colectivos, en ellos se funde el inacabable calidoscopio de mis infinitos orfanatos. Pero todo sobre lo que escribo es verdad.

La única peculiaridad de mi obra, que a veces contradice la autenticidad de la vida y se aleja de ella, es la mirada del autor, una mirada tal vez algo sentimental, que puede caer a veces en el patetismo. Yo evito premeditadamente hablar de lo malo.

La vida y la literatura, estoy convencido, están repletas ya de tremendismo. Y ocurre que yo, por mi vida, he tenido ocasión de ver demasiada crueldad y demasiado odio humanos. No quiero describir el hedor de la decadencia humana ni lo abyecto de su animalidad, es decir, no es mi intención multiplicar el ya infinito rosario de cargas encadenadas de maldad. No quiero. Y escribo sobre el bien, sobre la victoria, la dicha y el amor.

Escribo sobre la fuerza. Sobre la fuerza espiritual y la física. Sobre la fuerza que se encuentra en cada uno de nosotros. Sobre la fuerza que rompe todas las barreras, sobre la fuerza que vence. Cada uno de mis relatos es la narración de una victoria. Hasta resulta vencedor el niño del relato «La croqueta», que es una historia algo triste. Vence incluso dos veces. La primera, cuando el chico, a falta de un cuchillo, encuentra entre los desordenados cachivaches de sus conocimientos inútiles las tres únicas palabras que surten efecto sobre su oponente. Y la segunda cuando decide comer, es decir, cuando decide vivir.

Un oficial que sucumbe ante un enemigo muy superior en fuerzas es un vencedor. Yo siento respeto por este tipo de personas. Pero, de todos modos, lo principal en esta persona son los juguetes… Estoy persuadido de que, en la balanza de los valores humanos, la alegría de un niño ante un juguete nuevo pesa mucho más que cualquier victoria militar.

Este libro trata de mi infancia. Sobre una vida cruel, pavorosa y que, sin embargo, es mi infancia. Para conservar en el alma el amor al mundo, para crecer y hacerse mayor un niño necesita muy poco: un pedazo de tocino, un bocadillo de salchichón, un puñado de dátiles, el cielo azul, un par de libros y el calor de una palabra humana. Con esto basta, con esto basta y sobra.

Los personajes de este libro son individuos fuertes, muy fuertes. El hombre con mucha frecuencia se ve obligado a ser fuerte. Y bondadoso. No cualquiera se puede permitir ser bueno, no todos son capaces de superar la barrera de la incomprensión general. Demasiado a menudo a la bondad se la toma por debilidad. Es triste que sea así. Ser una persona es difícil, muy difícil, pero es más que posible. Y para conseguido no es imprescindible alzarse sobre las patas traseras. En modo alguno es imprescindible. Eso es lo que creo.

Blanco sobre Negro

Rubén Gallego

LA MENTE DE PIEDRA

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Hogen, un maestro zen chino, vivía solo en un pequeño templo en el campo. Un día, cuatro monjes viajeros que pasaban por allí le preguntaron si podían encender un fuego en su patio para calentarse un poco.

Mientras preparaban el fuego, Hogen les oyó discutir sobre subjetividad y objetividad. Entonces se unió a ellos y dijo: «Hay una gran piedra. ¿Consideráis que está dentro o fuera de vuestra mente?».

Uno de los monjes replicó: «Desde el punto de vista budista, todas las cosas son objetivaciones de la mente, de manera que yo diría que la piedra está dentro de mi mente».

«Debes de tener una cabeza muy pesada», observó Hogen, «si llevas una piedra como ésa en tu mente».

 

ZEN (colección de escritos Zen y pre-Zen)

¿BUENA SUERTE? ¿MALA SUERTE? ¿QUIÉN SABE?

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Una historia china había de un anciano labrador que tenía un viejo caballo para cultivar sus campos. Un día, el caballo escapó a las montañas. Cuando los vecinos del anciano labrador se acercaban para condolerse con él y lamentar su des­gracia, el labrador les replicó: ¿Mala suerte? ¿Buena suerte? ¿Quién sabe? Una semana después, el caballo volvió de las montañas trayendo consigo una manada de caballos salvajes. Entonces los vecinos felicitaron al labrador por su buena suerte. Éste les respondió: ¿Buena suerte? ¿Mala suerte? ¿Quién sabe?

Cuando el hijo del labrador intentó domar uno de aquellos caballos salvajes, cayó y se rompió una pierna. Todo el mundo consideró esto como una desgracia. No así el labrador, quien se limitó a decir: ¿Mala suerte? ¿Bue­na suerte? ¿Quién sabe? Unas semanas más tarde, el ejército entró en el poblado y fueron reclutados todos los jóvenes que se encontraban en buenas condiciones. Cuando vieron al hijo del labrador con la pierna rota, lo dejaron tranquilo. ¿Había sido buena suerte? ¿Mala suerte? ¿Quién sabe?

Todo lo que a primera vista pa­rece un contratiempo puede ser un disfraz del bien. Y lo que parece bueno a primera vista puede ser realmen­te dañoso. Así pues, será postura sabía que dejemos a Dios decidir lo que es buena suerte y mala, y le agra­dezcamos que todas las cosas se conviertan en bien para los que aman.

Ligero de equipaje

Carlos G. Vallés S.J

ZAZEN ATENCIÓN DESNUDA

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En un sentido amplio, el zazen abarca más que sentarse correctamente. Involucrarse totalmente en cada actividad con atención absoluta y con clara conciencia no es un zazen menos importante. EI consejo para lograr esto lo dio Buda mismo en uno de los primeros sutras:

 

«En lo que se ve solo debe haber lo visto; en lo que se escucha solo debe haber lo escuchado; en lo que se percibe (come, olfato, saber y tacto) solamente debe ha­ber lo percibido; en lo que se piensa solamente debe haber lo pensado».

 

La importancia de esta mente única, de esta atención desnu­da, se ilustra en la siguiente anécdota:

 

Cierto día un hombre común dijo al maestro zen Ikkyu:

-Maestro, ¿podría escribirme algunas máximas sobre la más

alta sabiduría?

Ikkyu inmediatamente tomó su pincel y escribió la palabra

«atención».

-¿Eso es todo? -preguntó el hombre. ¿No podría agregar

algo mas?

Ikkyu entonces escribió:” atención, atención».

-Bueno -comentó el hombre, algo irritado-. No veo mucha

profundidad o sutileza en lo que ha escrito.

Entonces Ikkyu escribió:

-Atención, atención, atención.

Enojado, el hombre exigió:

-En todo caso, ¿que significa la palabra atención?

Ikkyu contestó suavemente:

-Atención significa atención.

 

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Para el hombre ordinario cuya mente es un tablero de ajedrez de reflexiones cruzadas, opiniones, prejuicios, la atención desnuda es virtualmente imposible; por tanto, su vida está centrada no en la realidad misma, sino en la idea que tiene sobre ésta. Al concentrar totalmente la mente en cada objeto y acción, el zazen le desembaraza de pensamientos extremos y le permite acceder a una identificación total con la vida.

El zazen sentado y el zazen en movimiento son dos funcio­nes igualmente dinámicas y que se refuerzan mutuamente. Aquel que a diario se sienta con devoción, con la mente libre de pen­samientos discriminatorios, se relaciona más fácilmente y de todo corazón con sus labores diarias, y aquel que realiza cada acto con una atención total y con conciencia clara encontrara menos difícil  vaciar su mente durante los períodos de meditación.

 

Los tres pilares del zen

Roshi Philip Kapleau

NO ERAN YA EL VELO DE MAYA

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Miró a su alrededor como si viera el mundo por primera vez. ¡Qué hermoso era aquel mundo! Variado, extraño y enigmático: azul aquí, amarillo y verde más allá; las nubes se deslizaban como el río; el bosque y las montañas conjugaban su estática belleza: todo era misterioso y mágico. Y en medio de todo esto, él, Siddhartha, despierto ya, se ponía en marcha hacia sí mismo. Y todas esas cosas, aquel azul y amarillo, el río y el bosque, penetraron por vez primera en los ojos de Siddhartha: ya no eran los hechizos de Mará, no eran ya el velo de Maya, dejaron de ser la absurda y contingente multiplicidad del mundo de las apariencias, indigna de los profundos pensamientos del brahmán, que la desprecia y solo busca la unidad. Para él, ahora, el azul era azul y el río era el río; y aunque en el azul y el río vistos por Siddhartha subsistiera, latente, la idea de unidad y de divinidad, no era menos representativo de la condición divina el ser aquí amarillo, ahí azul, más allá cielo y bosque, y aquí otra vez Siddhartha.

El “sentido” y la “esencia” no se hallaban en algún lugar tras las cosas, sino en ellas mismas, en todo.

-¡Que sordo y limitado he sido! —pensó luego aligerando el paso- . Cundo alguien lee un texto cuyo sentido quiere descifrar, no desdeña los signos ni las letras, ni los considera una ilusión, un producto del azar o una envoltura sin valor, sino más bien los lee, los estudia y los ama, signo por signo y letra por letra. Pero yo, que deseaba leer el libro del mundo y el libro de mi propio ser, desprecié sus signos y sus letras en función de un sentido que les había atribuido de antemano. Y denominaba ilusión al mundo de las apariencias, considerando mis ojos y mi lengua como fenómenos contingentes y sin valor alguno.

Pero esto ya pasó: me he despertado, estoy totalmente despierto y hoy, por fin, he nacido.»

 

 

 

Siddhartha

 

Hermann Hesse

 

ALGUIEN SE HA PREGUNTADO PORQUÉ EXISTE LA DEMOCRACIA

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En un mundo donde las diferencias entre las clases poderosas y el pueblo llano siempre han sido extraordinarias, y en el cual estas diferencias no hacen sino aumentar, como es posible que estas castas dominantes cedan a la mayoría de la población el derecho a elegir a sus dirigentes.

Es obvio que el pueblo saque a patadas del poder a los ricos a la mínima posibilidad de poder hacerlo, es lo que se concluiría de un análisis mínimamente lógico. Y lo que se pensó que ocurriría en un primer momento. Así se produjo una fuerte  reacción de los poderosos a que se expandiera el derecho a voto a todos los ciudadanos, que tuvo que ser superada mediante una serie de revoluciones sucesivas.

Pero al final, para sorpresa  de las castas dirigentes, se descubrió uno de los grandes enigmas del universo:

Los esclavos votan a sus amos

 

democraciarealyalapalma.blogspot

 

Después de este descubrimiento los ricos son defensores a ultranza de la democracia

 

Alguien dijo que existían dos enigmas sorprendentes en el universo:

El primero: que es vez de existir algo no existiera nada,

El segundo: porqué las personas les ponen un candado a la nevera  por la noche,

Y, ahora, el tercero:

Porqué los pobres eligen a los ricos para que los sigan exprimendo